Por ejemplo, quizá disfrutas aconsejar/dar recomendaciones a tus amig@s sobre diferentes temas. Y las personas te consultan mucho para que les des consejos sobre algo en particular. Podés destacar tus habilidad para escuchar a otros, empatizar y hasta ser reflexiva para darles un consejo.
Se trata de que te observes conscientemente cómo hacés determinadas actividades (en este artículo escribí sobre 3 claves para encontrar tus talentos). Otro ejemplo, practicar una actividad y observar cuán rápidamente la captas, si podés saltar los pasos del aprendizaje y hasta innovar con cambios que no te enseñaron aún. Además presta mucha atención si esa actividad te hace perder la noción del tiempo.
A medida que te conviertas en una observadora más aguda de lo que hacés, podrás ir reconociendo patrones comunes en tu manera de pensar, sentir y actuar al realizar una actividad.
También es fundamental que observes tu energía cuando haces diferentes actividades. En un día normal, tu energía física y tu estado de ánimo pueden variar según la actividad que estés realizando. Si estás haciendo algo que te gusta mucho, al final del día te podés encontrar físicamente cansada pero espiritualmente con mucha energía. Si te pasas el día haciendo cosas que no te interesan o te dan igual, puede que estés bien físicamente pero te sientas desanimada.
Te recomiendo que anotés cada descubrimiento sobre vos misma y lo que disfrutas hacer así tendrás tu propio registro!
A partir de identificar lo que te gusta hacer, podrás comenzar a definir en qué tipo de trabajo te gustaría aplicarlo. Preguntate,
¿cómo imaginas ese trabajo ideal?
¿cuáles son la tareas?
¿qué tareas te entusiasman más?
¿qué necesitas aprender para alcanzar ese trabajo?
Cuánto más detalle y anotaciones tengas de este punto, más práctico será para tenerlos en cuenta en el siguiente consejo.
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